El alpinista vasco Alex Txikon hace historia al ascender a la cima del Manaslu en invierno y sin ayuda de oxígeno, una expedición que ha contado con el patrocinio de NACEX.
“Ha sido una ascensión durísima, muy exigente y peligrosa, que nos ha requerido una fortaleza física y mental bestial. El monte estaba mucho más difícil y en peores condiciones de las que pensaba” ha contado Alex Txikon desde Katmandú, donde actualmente se encuentra descansando. Y es que dos días más tarde de hacer historia, Alex Txikon viajó en helicóptero hasta allí para recuperarse del desgaste que ha supuesto una ascensión tan rápida como la que ha hecho junto al equipo de escaladores nepalíes.
Desde la capital nepalí, el alpinista vizcaíno ha querido hacer balance de la que probablemente haya sido una de las experiencias más exigentes y duras de su trayectoria profesional, su segundo ochomil invernal.
Y no es para menos. Menos de 60 horas han sido las que Alex Txikon y sus compañeros han necesitado para ascender a la cima del Manaslu (8.163 metros de altura sobre el nivel del mar) y regresar sanos y salvos hasta el campamento base. Posiblemente, los dos días y medio más exigentes y duros de toda su carrera profesional. El frío extremo, el hielo y el virulento viento les han acompañado durante todo el trayecto. De hecho, las temperaturas han llegado a descender hasta los -45º, y las rachas de viento han alcanzado hasta los 50km por hora. “Es difícil que la gente se haga una idea de lo que estas condiciones suponen. Se nos congeló hasta el agua de las cantimploras que llevábamos entre nuestro pecho y el mono de plumas. Nunca nos había pasado” relatan. Quizás por esas condiciones tan extremas Txikon pensaba en “hacerlo de manera más conservadora, con algo más de tiempo”.
«Es cierto que en esta ocasión tenía claro que en cuanto tuviéramos la oportunidad queríamos hacerlo rápido, pero igual no tanto. Cuantas más horas hagas de noche menos probabilidades tienes de hacer cumbre, porque tienes más posibilidad de congelaciones. Pero hemos sacado muchísima garra y coraje y hemos tenido la suerte de conseguirlo”, añade exhausto.
Todo comenzó a las 8:00 horas del 4 de enero cuando cogieron el material necesario y se echaron la mochila a la espalda. “Teníamos una ventana de buen tiempo, estábamos aclimatados y sentíamos que teníamos una buena oportunidad de ganar altura”. El primer tramo la montaña presentó las dificultades previstas pero pudieron solventarlas gracias a su gran experiencia. Sin embargo, el siguiente tramo, el que les llevó hasta el C2, fue, sin lugar a dudas, “uno de los más complicados que he hecho en mi vida. Fue durísimo y complicadísimo. Estaba peligroso, la verdad. Pasamos miedo. Además, pasamos la noche debajo de un enorme serac que no daba precisamente seguridad”.
Acamparon, hicieron noche, y el 5 de enero pusieron rumbo al C3 situado en torno a los 6.950 metros. Esta última parte se nos hizo larguísima. No se terminaba nunca… “Cuando llegamos al C3 pensamos en la estrategia a seguir. Si era mejor descansar más o atacar la cumbre. Pero estábamos allí y teníamos la oportunidad. Había que aprovecharla. No pegamos ojo y a las 23:00 de la noche salimos para cumbre, a la que llegamos a las 9:30 de la mañana. Se nos hizo de día a la altura del pináculo (7.992 metros), el último tramo donde se quedaban las expediciones comerciales pero analizando las fotos antes de la ascensión vimos que el verdadro pico estaba un poco más adelante. Hicimos una pequeña travesía y llegamos a la cima todos los integrantes del equipo. Después, comenzamos a bajar poco a poco, que era, sin duda, lo más difícil del desafío. A las 18:00 horas llegamos destrozados al campamento base. En menos de 60 horas habíamos conseguido todo el reto”, explica Txikon. Y es que el alpinista vasco acababa de hacer historia: hollar el Manaslu por primera vez en la historia en una expedición puramente invernal y sin ayuda de oxígeno artificial.
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